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lunes, octubre 04, 2010

De finales y principios

Un viaje de mil millas comienza con el primer paso
Lao-tsé

Me equivoqué por completo en la entrada de ayer. Cuando ya no esperas nada, cuando ya has dado por perdida la principal -jamás la única- razón de la vuelta al puente de Asia, la vida me recuerda que, si el karma existe -lo empezaré a buscar en cinco días, aunque me huelo que la frase Jai guru deva, om va a ir más allá de la propia experiencia de aquellos cuatro jóvenes melenudos que revolucionaron la música-, en mi vida pasada he tenido que ser algo cercano a un lama.

A unos minutos para las 12 de mi última noche en Turquía, tras un mes de espera, por fín la tuve de nuevo enfrente. Apuré la cerveza, me despedí de Adel, Edu y Juanjo hasta el julio que viene, y me encaminé a cerrar el círculo. No puedo remediarlo, es superior a mis fuerzas, a cualquier recuerdo negativo y a cualquier comparación en la que objetivamente no debería salir vencedora. Será la marca del cocodrilo, yo que sé. La cuestión es que ahí estábamos de nuevo, en una terraza más de la infinidad de bares-edificio de Beyoğlu, hablando, recordando, fumando un cigarro tras otro con la ayuda a la traducción de Izlem, viviendo. Otra vez la última noche con la persona con la que tenía que estar. Pero si Ağva sirvió para destrozarme y recomponerme al mismo tiempo, Istanbul, de nuevo, sirvió para hacerme caer. Se lo dije, y ella me respondió que cómo podía saberlo, que era todavía muy jóven y que me esperaba un año de novedades, que quizás poco tiempo después cambiaría de parecer. Quizás tenga razón. Es algo que ninguno puede saber. Pero yo sigo convencido de que es la mujer de mi vida. Y volver a despertarme con ella, volver a tenerla entre mis brazos y volver a verla dormir con esa sonrisa permanente no hizo más que confirmármelo. Y si no me encuentra en algún lugar del mundo, volveré, de nuevo, a buscarla, esta vez para no dejarla marchar jamás.

Porque queridos aventureros, escribo esta entrada desde Books@Café, Ammán, Jordania. Ha empezado la aventura, y no lo ha hecho mal gracias a Fares Ahmaro. Gracias por hacer de mi llegada a tierras hasemitas un comienzo sencillo. Mañana empezaré a tener que sacarme las castañas del fuego por mi mismo, pero hoy estoy salvado.

Esta mañana fue el final, esta noche es el principio.

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