Guesthouses recomendadas

  • Ideal Pansiyon - Fethiye
  • Your House Guesthouse - Chiang Mai
  • New Siam II - Kao San Road, Bangkok
  • Traete tu tienda - Sri Lanka
  • Oasis Guesthouse - Chinatown, Kuala Lumpur
  • Garden Village - Siam Reap
  • George's Guesthouse (o muchas otras) - Sagada, Mt. Province
  • Uyami's Greenview Lodge - Banaue, Ifugao
  • Blue Bamboo - Sabang, Palawan
  • Aniceto's Pension - Puerto Princesa, Palawan
  • Friendly's Guesthouse - Manila
  • Mountain View Inn - McLeod Ganj, Himachal Pradesh
  • Cosy's Guesthouse - Jodhpur, Rajastán
  • Chitra Khata - Jaipur, Rajastán
  • Shree Palace - Pushkar, Rajastán
  • Valentine Inn - Wadi Musa, Petra
  • Cliff Hostel - Ammán
  • ChillOut Cengo - Beyoglu, Istanbul
  • Mavi Guesthouse - Sultanahmet, Istanbul

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domingo, octubre 24, 2010

Puertos de montaña en la frontera del desierto

Un idealista es aquel que cuando se da cuenta de que la rosa huele mejor que el repollo llega a la conclusión de que su sopa será también más rica.
Henry Louis Mencken

No me apetece hablar de Delhi. Ni de los primeros días. Pero me alegro por ellos. Enfrentar la realidad, tus deseos, necesidades y verdaderas prioridades, y alcanzar una conjunción armónica, siempre es positivo. Bienvenidos a (Con) Sin ruta, y sin rumbo.

He descubierto que siempre puedes viajar en el tren que sea. No importa que esté lleno, porque ese concepto no se aplica aquí. Sólo depende de tus ganas de comodidad. Al parecer, si tienes WL y dos números en tu billete –waiting list- simplemente no tienes asiento/cama, pero puedes estar en el tren. Sigue sin parecerme una buena idea tener un billete con esos caracteres. Pero para distancias cortas, no existe para mi otra clase que la II class sin billete reservado. Previa cola estilo indio, y por muy pocas rupias, puedes formar parte de algo muy hindú: el hacinamiento. Si eres rápido y lo coges en la estación de salida, puedes hacerte con un asiento, incluso una cama de tablas. A mí, sin embargo, me encanta apalancar la mochila en un lugar seguro, en mi caso concreto con las únicas dos osadas extranjeras que estaban en el vagón, y sentarme en la puerta –abierta, por supuesto- del mismo, con el viento en la cara, las vistas, el tabaco, la pillería, y sobre todo, la sensación de libertad, de paz y energía que me da. Hasta que empieza la realidad. Cada poco tiempo el tren se detiene en medio de ninguna parte, o en estaciones que se encuentran situadas en esa misma ninguna parte, y en cada parada se sube y baja gente en una proporción de 20:1. Ahí empiezas a compartir asiento en una puerta de tren. Son del mismo tamaño que una puerta de tren estándar. Sigue entrando gente, y como estás en la puerta tienes que levantarte, posicionarte estratégicamente, y evitar explicarte porqué los mismos se bajan y se suben tres o cuatro veces. Las samosas suelen estar buenas, por cierto. Si te gusta ir ahí, no sueltes la puerta, no te alejes de ella más de cinco segundos, o se habrá ido para siempre. Cuando en un espacio de 5m2 hay 17 personas, estar sentado se aprecia. No hay tensiones, pero no sé, tampoco me ha convencido la atmósfera. Lo genial es tener tu equipaje junto a las dos únicas personas occidentales sentadas en la otra punta del vagón. Quince minutos, unos 10 metros. La gente duerme así, con las nalgas del vecino a unos centímetros de la boca babeante. Gente sentada, gente en los huecos en los que no coge mi zapato. Es un modo de viajar muy divertido. Agra-Jaipur, sólo cuatro horas, más el retraso.

La llegada a la ciudad del Taj fue insípida. Autorickshaw al primer hostal que ponía la guía, ya era de noche, 150 rupias por una habitación con cama, ventilador y cuarto de baño. Eso es todo, y me pareció bien. No necesitaba lujos. Subí a la terraza a intuir el Taj, porque aunque tiene vista directa, y cercana, no se ve de noche. TajGanj es un PaharGanj en pequeñito. Di una vuelta por ahí y me senté a cenar en un lugar que no ponía Recommended by Lonely Planet. Curry de espinacas y queso, arroz y una Kingfisher, de la cual no consigo encontrar una bandeja por ningún lado. Una pareja de chinos –me tenían cara hongkonesa- llegó un poco más tarde, buscando vistas. Era de noche. Así que se sentaron igual. Cuando ya había terminado de comer, disfrutando de la cerveza y el cigarro de después, llegó un grupo de jóvenes. Dos chicas canadienses, una sueca y una holandesa con las que luego me encontré dos días después en el mismo hotelazo de Jaipur, un australiano y un italiano –todos, menos las canadienses, vivían en Australia, pero se acababan de encontrar también, viajaban en grupos de dos siguiendo el orden en que los he nombrado- que tenía padre español, había vivido en Barcelona y pasado muchos veranos en Euskadi. Fue una buena noche, la verdad, risas y cervezas, y Honey Pancake, el hombre que nos servía, un Sir de muchos años, que al preguntarle su nombre, dijo todo emocionado a las chicas Honey Pancake. Era gracioso, y diligente, la verdad, y el curry estaba buenísimo. Previa a la llegada extranjera estuvimos hablando un rato. Luego camino al hotel, dormir y Taj Mahal. Para hablar de él ya están las fotos, pero me pasó como me pasa con casi todo lo increíble y maravilloso que he visto mil veces en imágenes, no me toca. Sigo teniendo el anochecer en Bagan como algo insuperable, y por muchos visionados según la iluminación que reciba esa locura al amor, me sigo quedando con la magia de los templos birmanos. Pero es que soy un exquisito, un sibarita, parece.




El plan era abarcar Jaipur también en esta entrada, pero con el viaje hasta allí abriéndola, y cerrando así el famoso y masificado Triángulo dorado, está bien por el momento. Mañana los dos días y medio en la capital del Rajasthan, ciudad de maharajás, casas rosas, scams, y 3 millones de personas. Y luego Pushkar, donde tras unas pocas horas, un gran alivio y un shock turístico moderado, empiezo a entender eso de un día más…
martes, octubre 19, 2010

Palabras

Hoy no hay frase.
Cándido Cabana

Gente. Intensidad. Basura. Vacas. Tabaco de mascar. Pobreza (extrema). Cervezas en teteras. Thalis. Soledad. Estafas. Neohippies. No. Where are you from? Where are you going? When? Why?. Rickshaw sir. No. Hash, hash. Pobreza (aún más extrema). Clasismo. Chai. Cerdos. Color. Especias. Policía. Estafas. Lassi. Hello. Camellos. Templos. Fuertes. Gordas. Esqueléticos. Basura. Trenes. Reservar en los trenes. Trenes de segunda clase. Trenes rebosando gente. Samosas. Hola hola, cocacola. Shababa. Helicóptero hindú. Miradas. Ayuda. Backpackers. Rupias. "Amistad". Bhang. Ventiladores. Mosquitos. Cerillas. Agua. Agua. Agua. Saris. Pashminas. Agobio. Reflexión. Honey Pancake. Monos. Caos. Polución. Gente. Monos. Alegría. Principio. ¿Final?. Tabaco. Chapati. Exposición. Meaderos públicos. Calles. Callejones. Esquinas. Oscuridad. Luz. Gandhi. Rupias. Sinsentidos. Cableado. Elefantes.

Asia.
India.

Sobreviviendo en... Delhi

Pensar: Proceso de superviviencia, condicionante. Para sobrevivir, nos vemos obligados a pensar
Jiddu Krishnamurti


Esta entrada estaba escrita, cómo la de Petra, antes de la anterior.

Amigos aventureros, en Delhi no se sobrevive. De Dehli se huye a la mínima oportunidad, así que no voy a explayarme en esta entrada como hice en Ammán, o como pretendo hacer en las futuras capitales y/o ciudades hub de mi viaje pero, aunque os debería dejar a merced de la Lonely y su infinita sabiduría, con eso de sentirme proveedor de un servicio que espero que alguno de vosotros use en un breve espacio temporal.

Podéis introducir dos cartones de tabaco en India, e imagino que también alcohol, pero llegando desde Ammán no había demasiada opción, así que, lamentablemente para mis pulmones, escogí los fumables. Si no queréis ser víctimas de gran estafa legal de este siglo –las casas de cambio de los aeropuertos-, llegad bien provistos de una Visa. Y digo Visa, no Mastercard, en cuyo caso –mi caso-, Thomas Cook estará dispuesto a ayudaros. Por el dinero que le estáis dando bien podría él mismo arrodillarse y haceros un favor.

En el mismo aeropuerto tenéis que ir directos con vuestras recién estrenadas rupias (Rs) (todos los billetes tienen a Gandhi) al Pre-paid taxi booth. Allí –haced trampa- por 300 Rs os darán un papel con el que el taxista del aeropuerto os llevará al punto seleccionado sin tener que regatear ni pagar un precio exorbitado. Id solos con vuestra mochila, luego compartid los gastos. La dirección, Main Bazaar, PaharGanj.

Y una vez ya en el meollo de Delhi, buscaos la vida con el hostal, mucho mejor para vuestra economía si podéis compartir habitación. Un buen consejo es tener algún hostal reservado de antemano, aún sin tenerlo la oferta es tan amplia que no tendréis problema. Negociad siempre el precio, es raro que no podáis bajar al menos 50 Rs; los precios dependen de la temporada, si llegáis sobre diciembre vais a poder vivir aún más barato.

Consejo, decidle al taxista el nombre de un hostal, por ejemplo, Namaskar, aunque ni siquiera pretendáis quedaros allí, y manteneos inflexibles. Da igual lo que os diga, las llamadas que haga, que os deje en la puerta ANTES de darle el papel, sin el cual no cobra, y siempre decid que ya tenéis reserva. Una vez que os movéis con el booth no es común tener ese problema, pero las comisiones siempre son las comisiones.

Y bienvenidos al infierno, mi consejo, no más de 2/3 días, hasta os lo pido por favor, y la única parada obligatoria el primer día de vuestra estancia es la International Tourist Bureau, en la primera planta de la New Delhi Railway Station, o lo que es lo mismo, la Estación de tren de Nueva Delhi, en frente de PaharGanj. No hagáis caso a nadie que os diga cualquier otra cosa referente a cómo obtener vuestros billetes de tren, esa oficina funciona sólo para vosotros, de una forma extremadamente efectiva, eficiente, agradable y rápida. Una vez allí, a ser preferible antes, escoged destino, comprad el ticket, y entonces sí, sabiéndoos ya fuera de la urbe, podréis disfrutar ese día o dos de lo que la capital tiene que ofreceros. Siguiente entrada, mis días delhirantes.

domingo, octubre 17, 2010

Inpass y conclusiones

El que emplea demasiado tiempo en viajar acaba por tornarse extranjero en su propio país.
Rene Descartes

No me lo esperaba tan pronto. Cierto es que acarreo demasiada negatividad, que haber leído en estas condiciones El guardián entre el centeno no ha sido la más acertada de las decisiones, que quizás no estoy poniendo todas las ganas que debería y abandonarme al simple disfrute de contemplar y vivir sitios nuevos. Y aunque lo intento, y las noches al final acaban siempre por renovarme la energia, cada mañana es un combate psicológico por levantarme de la cama, tabla, o tren en el que me encuentro y emprender un nuevo día. Me veía sobradamente capaz de emprender solo esta aventura, pero que ostias, aun sabiendo que esto iba a pasar, no me lo esperaba asi. No tan fuerte, no tan incapacitante. Y el dinero está para hacerte feliz, y yo no lo estoy siendo. Quiero viajar, y estos todavia no cumplidos quince dias de soledad ya me han enseñado algo, que no quiero hacerlo solo. Encontrar a gente, viajar con ella, es factible, casi todos los días me he tomado unas cervezas con gente, me he reído, pero no es lo mismo. Quiero hacerlo con alguien que conozca. Lo dije antes de partir, no me siento preparado, pero tengo los cojones para lanzarme a la aventura. Y fue dicho y hecho. Tuve los cojones para lanzarme a la aventura, pero no tengo el ánimo para disfrutarla, y ahora cada vez pesa más la falta de preparación mental. Sólo se que ahora mismo, esto no es lo que quiero. Asi que amigos, aunque me voy a dar unos días más, cada vez veo mas cercana la renuncia. La renuncia a no disfrutar. Este es mi año de ser feliz sin preocupaciones, no tengo de lo ultimo, pero tampoco de lo primero. Y no lo considero un fracaso, lo considero una lección. Cada uno tiene que estar donde quiere estar, y yo, ahora, no quiero estar aquí. Si el miércoles o el viernes me véis de vuelta en Turquía, juzgadme si queréis, pero yo estaré contento -otra vez. Y quizás luego emprenda otro viaje con menos aspiraciones, y menos bombo, pero que me haga disfrutar.
jueves, octubre 07, 2010

Petra - Día 1

La paciencia es la clave de la solución
Proverbio árabe

Esta entrada estaba escrita antes de India. Ahora he tenido el tiempo a publicarla. La cita, sin embargo, vino hoy. Las cosas van (mejor), que ya es algo.

Como os he dicho a muchos, y alguno me dijo a mi, sólo estás sólo cuando quieres estarlo. Hice mi viaje a Petra acompañado desde la puerta del autobús con un australiano y un alemán, Matt y Gabriel respectivamente. Antes de relataros Petra, toca el cómo llegar desde Ammán.

Los autobuses en Jordania son un caos. No hay horarios, no hay buses por la tarde, basicamente de antemano puedes saber de dónde salen, cuánto cuesta el viaje, y cuándo deja de haber posibilidades de hacerlo. El día 6 empezó realmente temprano, a las 7 am en pié, ducha de agua fría y desayuno a base de pita y queso en lata australiano. Si, queso en lata. Y no estaba malo. Desde Downtown -que es donde estaréis si habéis seguido mis consejos anteriores- tenéis que cojer un taxi hacia la estación de autobuses de al-Wahdat (estación sur) por el que no debéis pagar más de 2 JD -a lo sumo, 2,5-. Una vez allí id hacia el minibus, aquí son todo minibuses, que va a Petra, directamente preguntad cual es, cuesta 5 JD y tarda alrededor de unas 3 horas en llegar a Wadi Musa. Allí os recomiendo alojaros en Valentine Inn, el servicio no es muy amable, pero los precios son perfectos; por supuesto, a dormir de nuevo en el tejado. Y andad a todos lados, no me seáis vagos, que revitaliza el cuerpo. Entrada a Petra en esta temporada, 33 JD un día, 38 dos. Nosotros hicimos lo correcto cogiendo la de dos, y puedo decir que el segundo fue mucho más divertido.

Qué decir de Petra, mirad las fotos y listo. Aún así, me esperaba más, puedo decir que me ha gustado más la Capadocia, pero los colores de la roca -por algo lo llaman Red Rose- son simplemente increibles. El primer día llegamos en torno a las 2, a mi juicio, la hora perfecta para disfrutar de la ruta principal, y volver a oscuras cuando el camino lo iluminan bolsas de arena con una vela dentro. Es mágico. Llegad hasta el final, el Monasterio, y subid al sitio que dice ser "la mejor vista de Petra", porque prácticamente lo es.


El beduino que tiene allí su tienda nos ofreció te gratis y allí nos quedamos hablando con el, disfrutando de la puesta de sol y de la música de su laúd. Hablando de la vida, de Petra, de mujeres, de cómo le había roto el corazón una francesa con la que estuvo 4 años y medio, salió el tema y me vi disfrutando de un canuto de hachís jordano allí, en tierra de Nabateos, con el tercer te que nos ofreció en la mano. Los de la foto de abajo somos nosotros, antes de emprender el camino de regreso al hostel y coger la cama, esterilla en nuestro caso. No he comido carne desde que llegué, entre el arroz, el hummus y el falafel me sobro y me basto. Y comer es barato si sabes donde, estilo Turquía.


Y lo mejor fue el segundo día, pero ahora no tengo fuerzas para ponerme a escribir, estoy realmente cansado, así que os dejo con la puesta de sol desde lo alto de Petra. Pero lo haré, me guardo las fotos, y descender por allí viendo los gestos de incredulidad de la policía jordana es de lo mejor hasta el momento. Eso, y Honey Pancake.

martes, octubre 05, 2010

Sobreviviendo en... Ammán

Comer bien, dormir bien, ir a donde se desea, permanecer donde interese, no quejarse nunca y, sobre todo, huir como de la peste de los principales monumentos de la ciudad.
Jules Renard

Estamos de estreno. No va a ser habitual (creo) tanta actividad blogística, pero es que Ammán es ciertamente una capital cara y sin una apasionante vida nocturna. Al turrón. Esta sección tratará de daros las mejores indicaciones de lo que hacer al pisar por primera vez suelo desconocido, para que no os entre el pánico y/u os convirtáis en protagonistas de las risas de algún taxista estafador con sus amigos. Donde ir, donde dormir, qué comer. Será una guía básica para vuestros primeros momentos en el lugar en cuestión, aquí no hablaré de qué visitar ni pretendo que sean unas directrices rígidas. Para cosas así ya teneis vuestras Lonely Planet sabiamente descargadas desde el link que os proporcioné en la segunda entrada. Empezamos.

Yo llegué a Ammán vía avión, para una llegada terrestre desde las fronteras os buscaréis la vida o el autobús. Al llegar al aeropuerto Reina Alia os tendréis que sacar el visado en caso de que no lo traigáis (lo cual es recomendable ya que es más barato que hacerlo en una embajada, al menos en el caso de la española) por 10 dinares (de ahora en adelante JD); esto mismo se puede hacer en cualquier frontera terrestre, a excepción de la de Israel, si entráis por ahí si que lo necesitáis de antemano; no hay ATM en el aeropuerto, así que tendréis que cambiar vuestros euros o dólares allí. Cambiad lo mínimo en cualquier aeropuerto del mundo. Yo cambié 20 € por 17 JD (18.4, la comisión del cambista fueron esos 1.4).

Una vez a bien con los policias fronterizos, moveos hasta la terminal de salidas y cojed el bus amarillo -sale cada hora en punto- dirección a Dwar al-Sabr, 7º círculo. Todo el mundo habla inglés aquí en Jordania, así que no os preocupéis por eso. Cuesta 3 JD, y el viaje dura aproxidamente 40 minutos.

Bajaos en el 7º círculo y coged un taxi -blanco o amarillo, nunca plateado, son los VIP- dirección Jabbal Ammam/shara al-Rainbow, o lo que es lo mismo, Rainbow Street. Es una calle llena de vida con multitud de cafés y tiendecillas, se puede decir que es una especie de centro. En este momento os encontráis ya en el 1º círculo. Allí os recomiendo seguir las direcciones que Fares me indicó a mi, ir directamente al Books@Café, un lugar espléndido y tampoco excesivamente caro -Iced coffee 2.5 JD, cerveza de barril (en casablanca grande) 5 JD- el dueño, Masiad, os ayudará sin problemas. Y bienvenidos a Ammán.

Para comer, más o menos por la mitad de Rainbow st. hay un pequeño lugar de falafel sandwich maravilloso. Pan tostado con falafel, hummus, tomate y pepinillo por unos 0.60 JD. Adiós, querido tantuni, Arabia te ha ganado. Claro está que luego os moveréis por ahí y descubriréis más sitios, esto es sólo un appetizer. Una botella de agua fría de 1.5 litros cuesta 0.35 JD en cualquier tienda. Y creedme, la necesitaréis. En el propio café que os he dicho tienen buena comida occidental a buen precio.

Y ahora lo importante, dónde dormir. Desde Rainbow st. dirigíos a Downtown, preguntad a cualquier local, os ayudará sin problemas, o simplemente en el propio café, no son ni 10 minutos andando. Ahí hay una amplia oferta de hostales, pero no os fiéis de la recomendación del autor de la Lonely y poned rumbo directo al Cliff Hotel. Y depende de lo exquisitos que me seáis -espero que poco-, pero yo he escogido dormir en el tejado sobre un colchón -está cubierto con una lona, aún así, es Jordania- con ducha includa por unos míseros 3 JD, y hay wifi gratuito. La noche anterior, mi primera noche, tras esperar y esperar la respuesta de la couchsurfer, me fuí directamente al Palace Hotel, allí habitación simple -tiene dos camas- con baño comunal y desayuno, que sólo sirve para darte energía al despertar, sin internet gratuito, 12 JD. Nunca más. Pero bueno, me he llevado algo maravilloso de allí, la pegatina de un quesito Panda. Si no habéis visto el anuncio, hacedlo, es una maravilla de la publicidad moderna.

Y mañana, a las 6 am, salgo en busca del autobús a Petra.
lunes, octubre 04, 2010

De finales y principios

Un viaje de mil millas comienza con el primer paso
Lao-tsé

Me equivoqué por completo en la entrada de ayer. Cuando ya no esperas nada, cuando ya has dado por perdida la principal -jamás la única- razón de la vuelta al puente de Asia, la vida me recuerda que, si el karma existe -lo empezaré a buscar en cinco días, aunque me huelo que la frase Jai guru deva, om va a ir más allá de la propia experiencia de aquellos cuatro jóvenes melenudos que revolucionaron la música-, en mi vida pasada he tenido que ser algo cercano a un lama.

A unos minutos para las 12 de mi última noche en Turquía, tras un mes de espera, por fín la tuve de nuevo enfrente. Apuré la cerveza, me despedí de Adel, Edu y Juanjo hasta el julio que viene, y me encaminé a cerrar el círculo. No puedo remediarlo, es superior a mis fuerzas, a cualquier recuerdo negativo y a cualquier comparación en la que objetivamente no debería salir vencedora. Será la marca del cocodrilo, yo que sé. La cuestión es que ahí estábamos de nuevo, en una terraza más de la infinidad de bares-edificio de Beyoğlu, hablando, recordando, fumando un cigarro tras otro con la ayuda a la traducción de Izlem, viviendo. Otra vez la última noche con la persona con la que tenía que estar. Pero si Ağva sirvió para destrozarme y recomponerme al mismo tiempo, Istanbul, de nuevo, sirvió para hacerme caer. Se lo dije, y ella me respondió que cómo podía saberlo, que era todavía muy jóven y que me esperaba un año de novedades, que quizás poco tiempo después cambiaría de parecer. Quizás tenga razón. Es algo que ninguno puede saber. Pero yo sigo convencido de que es la mujer de mi vida. Y volver a despertarme con ella, volver a tenerla entre mis brazos y volver a verla dormir con esa sonrisa permanente no hizo más que confirmármelo. Y si no me encuentra en algún lugar del mundo, volveré, de nuevo, a buscarla, esta vez para no dejarla marchar jamás.

Porque queridos aventureros, escribo esta entrada desde Books@Café, Ammán, Jordania. Ha empezado la aventura, y no lo ha hecho mal gracias a Fares Ahmaro. Gracias por hacer de mi llegada a tierras hasemitas un comienzo sencillo. Mañana empezaré a tener que sacarme las castañas del fuego por mi mismo, pero hoy estoy salvado.

Esta mañana fue el final, esta noche es el principio.
viernes, octubre 01, 2010

El mundo que conocimos

Caminante, son tus huellas
el camino y nada más;
Caminante, no hay camino,
se hace camino al andar
Antonio Machado

Estoy al borde del colapso cafeínico. Hoy se me acaba el oro negro hasta que llegue de nuevo, unos seis meses más tarde, a la civilización occidental, a ese pedazo de tierra que sobró en la formación geológica del planeta, tierra de animales hechos a retazos, tierra abierta e inhóspita donde la supuesta escoria británica levantó una sociedad con los mismos errores y posiblemente alguna virtud más que la que los mandó a un exilio napoleónico. Lo echaré enormemente de menos, pero no me corre prisa alguna retomarlo. Necesito Asia. Necesito suciedad, especias y humildad. Penurias y destellos oculares. El techo del mundo y el fín espiritual.

Se acaba mi mes en casa; siempre seré galego, y ya siempre seré turco. Soy un árbol transnacional. Recuerdo la primera entrada y mis previsiones sobre mi tiempo otomano. Se han cumplido todas. Mi amor no está en este país de bellezas constantes, y en el fondo, debo considerarme afortunado por ello. Pero pesa más la llave que debo fundir que mi mochila; el conocimiento pesa 3 libras, las emociones no las soportarían ni los hombros de Atlas. La verdad es que he vuelto a ser feliz, y a hacer desgraciados los próximos meses de otra cabeza, y ya van unas cuantas. Todo me indica que sólo me he amado a mi mismo, que sólo yo me resulto imprescindible. Una pena que mi viaje no me lleve a pisar Tahití para comprobar si Eric Goulden estaba en lo cierto.

No he viajado, no he querido alejarme un segundo de la ciudad que me idolatra y me desprecia en una proporción del 70/30. Soy su mal necesario. Soy aquel al que le ha caido la misión de descubrirles que las distancias son únicamente mentales, y que el mundo gira a tu favor si lo deseas con suficiente fuerza. No deseo repetir las mismas despedidas que hace escasos tres meses, pero marcharme a lo desconocido con 15 abrazos sinceros será mi energía vital. Adiós Turquía, ha sido un placer, muchas gracias por todo. Este es el mundo que conocimos, y que nunca volverá.